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miércoles, 15 de diciembre de 2010

HISTORIA: Preso Por Error

Luis era un muchacho soltero, de veinticinco años, guapo, de buen cuerpo, trabajador, un tanto tímido y retraído. Sus experiencias con las mujeres no habían sido muy buenas y sexualmente no le llenaban como él esperaba, siempre quedaba un vacío, insatisfacción, un deseo creciente de experimentar algo más fuerte, pero no sabía en realidad que deseaba.
Un día, luego de 10 horas de arduo trabajo, decidió irse a duchar para pasar luego por el bar y tomarse una cerveza, de verdad que se lo merecía. El trabajo de construcción era sumamente fuerte, y ese día en particular estaba literalmente “molido”.
Como siempre fue a uno de los baños que se habían acondicionado para los empleados, se quitó su ropa y se metió a la ducha. Su cuerpo estaba marcado por el tipo de trabajo que realizaba, sus músculos bien definidos, duros como roca, sus nalgas eran como las de un modelo de ropa interior, muchos de sus compañeros admiraban su cuerpo, pero ninguno se animaba a decírselo por temor a ser considerados homosexuales o algo así. Su rostro iba acorde con su cuerpo, bien varonil, lampiño, solamente usaba una especie de barba debajo de su labio inferior, su cabello era rojizo y ondulado, el cual siempre andaba bien arreglado.
Invitó a dos de sus compañeros que lo acompañaran a tomarse la cerveza en aquel viejo bar que acostumbraban frecuentar, sobre todo los fines de semana, pero ninguno quiso acompañarlo, ya que era media semana y no estaban muy bien de dinero. Decidió entonces ir solo, y así lo hizo, entró en la taberna, habían unos hombres que parecían los villanos de una película de acción. Estaban discutiendo acaloradamente con el dueño, de repente iniciaron los golpes, no sabe en que momento alguien lo empujó por la espalda, y cuando se dio cuenta él mismo estaba dándose de golpes con uno de los tipos, ¡claro! Lo hacía solo para defenderse, ya que él no era parte del problema, pero por azahares del destino se encontró en el lugar incorrecto en el momento menos indicado.
De repente llegaron dos radiopatrullas las cuales fueron alertadas por los vecinos, y sin hacer muchas preguntas esposaron a todos los que estaban en la taberna, excepto al dueño, y los llevaron detenidos hasta la comisaría. Por más que Luis trató de explicar que todo era un error, y que él no tenía nada que ver en el asunto, no le hicieron caso, más bien, lo golpearon en el estómago obligándolo a entrar en el auto policial.
El grave error de Luis fue que no llevaba documentos de identificación, por lo tanto después de varias horas de detención, dejaron ir a todas las personas involucradas en la riña, a excepción de Luis. Uno de los policías le explicó que la única forma para que pudiera salir, era que alguien lo llegara a identificar, o por el contrario debía de pasar toda la noche en la delegación. Ahora sí estaba en un problema, ya que él vivía solo, toda su familia era de muy lejos, y estaba seguro que ninguno de sus amigos iría a esas horas a sacarlo de ahí. Por lo tanto resignado optó por aceptar aquel cuarto como su lugar de hospedaje de esa noche. La verdad había dormido en peores lugares, se dijo.
Luis se encontraba solo en aquel pequeño cuarto, que contaba solamente con una vieja cama, un servicio sanitario y los barrotes que lo apresaban, así es que procedió a acostarse, para que el tiempo pasara rápido. A parte de él solamente había un oficial, quien era el que lo custodiaba.
A eso de la media noche, escuchó voces, eran dos oficiales que se estaban poniendo de acuerdo, el hombre más viejo le estaba pagando a un oficial joven, como de la misma edad de Luis, para que le hiciera el turno, ya que se le había presentado un asunto familiar, por lo menos eso fue lo que pudo escuchar desde su cama. Así es que en cuestión de momentos su custodio era otro.
El joven oficial se acercó al cuarto donde estaba Luis, para observar quien era el reo que custodiaba, desde que lo vio le llamó fuertemente la atención, estaba acostado boca abajo, por lo que se podía ver su camisa ceñida a su ancha espalda, y el jeans ajustado a su cuerpo que dejaba ver la sexy figura de sus nalgas y piernas; con el garrote que llevaba en la mano, golpeó suavemente la cama para despertarlo, lo cual logró: “¿Qué deseas? Le dijo Luis. “Pues nada, quería saber a quién estaba custodiando” contestó. “Debo de revisar tu cuarto por rutina, así es que no te me pongas violento, además debo de esposarte para prevenir cualquier inconveniente” continuó diciendo el oficial.
Sin oponer ningún tipo de resistencia Luis se dejó esposar con sus manos hacia atrás, el oficial revisó cada rincón del lúgubre cuarto, y luego decidió hacer lo mismo con Luis: así es que lo puso contra la pared, y comenzó a pasar sus manos por el hermoso cuerpo de su preso. El joven oficial tocaba de forma diferente a Luis, apretaba sus nalgas, piernas, brazos, pecho, podía sentir todos sus músculos, esto lo excitaba al máximo, a tal punto que el ajustado pantalón de su uniforme apenas si podía retener su verga. Era la primera vez que tenía a un reo tan guapo bajo su autoridad, por lo que sacaría provecho de ello. Para Luis no fue difícil percibir que el oficial lo estaba manoseando, sobre todo cuando este pasó las manos por su paquete, y literalmente se lo agarró palpando su picha y huevos. “Oiga, no se pase, no tiene por que tocarme de esa forma” le dijo Luis al oficial. “Usted guarde silencio, que yo soy el que manda aquí, y sé lo que estoy haciendo” respondió el policía.
En realidad, Luis siempre había tenido la inquietud de saber lo que era tocar a otro hombre, o que lo tocaran a él, sobre todo después de una breve experiencia que tuvo de niño con un primo de su misma edad, allá en su pueblo, donde se tocaron en varias ocasiones sus pequeños penes erectos, pero sin pasar a más de eso. De esta forma comenzó a alimentar sus pensamientos lascivos que por mucho tiempo habían quedado congelados en su mente. Qué mejor lugar que este, pensó, el policía es bien atractivo, y nadie tendría por qué darse cuenta de nada de lo que ocurriera ahí. Así es que dejó que el oficial hiciera su trabajo sin poner resistencia alguna.
El oficial continuó tocando a Luis, y muy pronto pudo sentir una leve erección, esto le llamó la atención grandemente, por lo que agarró con más fuerza la verga de Luis mientras lo veía a los ojos: “¿Cómo que te gusta que te requise?, pues creo que debo de buscar más detenidamente”, mientras decía esto, comenzó a soltar el botón del pantalón de Luis, metiendo su mano por dentro de su ropa interior, agarrando la tibia verga del prisionero; Luis cerraba sus ojos, estaba muy excitado, jamás lo hubiera pensado, pero le gustaba lo que estaba experimentando.
El joven policía agarraba la picha de Luis con fuerza, la tenía grande, gruesa, con su glande completamente al descubierto, producto de la circuncisión que de niño le habían realizado, sin esperar más, el oficial le bajó el pantalón y la ropa interior, pudiendo contemplar así la apetitosa verga del preso, sus huevos le colgaban, eran grandes, y un sensual bello rojizo rodeaba todo el riel que se erguía imponente, mostrando su rosada cabeza, que ya destilaba las primeras gotas de lubricación.
Luis estaba abandonado al placer, de alguna forma se estaba dando cuenta que esa era la experiencia que quería vivir, que lo haría sentir la plenitud sexual que tanto ansiaba, así es que no haría nada para estorbarle a su improvisado amante los planes que tuviera para con él.
De pronto el oficial se agachó, poniéndose de rodillas, pasando la punta de su lengua por todo el glande de Luis, saboreando las gotas de líquido preseminal que de él salía, sus manos le acariciaban las nalgas y tomaban con fuerza los huevos que apenas si le cabían en la palma de la mano. Era la primera vez que experimentaba una mamada, ya que a las mujeres con las que estuvo no les gustaba el sexo oral. La sensación de sentir la cálida boca de ese joven oficial en su verga, era única, fuera de este mundo, en ese momento, ya los movimientos de cadera de Luis eran voluntarios y en total armonía con los de la cabeza del oficial.
“Quítame las esposas, te prometo que no haré nada, solamente quiero disfrutar este momento, créeme” dijo Luis con su respiración entre cortada por el placer y la pasión. El oficial lo miró a los ojos, tratando de detectar si las palabras de Luis eran verdad o mentira, y lo que descubrió fueron dos hermosos ojos de color gris claro, deseosos de lujuria y sexo. Por lo que casi de forma inmediata le soltó sus manos.
El joven pelirrojo al sentirse libre se quitó su camisa, dejando todo su pecho al descubierto, quedando así completamente desnudo. Luego de forma un tanto brusca y violenta, acostó al oficial en su cama y comenzó a quitarle todo su uniforme. El cuerpo de este también era muy bien definido, probablemente por los ejercicios físicos que les obligan hacer en la academia, tenía la piel blanca, con las tetillas rosadas, pectorales duros y con un poco de bello negro que bajaba por “el caminito de la felicidad” hasta su ombligo, para perderse luego hasta la misma raíz de su verga.
La lengua de Luis recorrió todo el territorio que estaba descubriendo, el oficial no podía creer lo que estaba ocurriendo, él simplemente quería manosear a aquel bello reo, pero la vida lo estaba premiando con mucho más. Mientras Luis lamía todo su cuerpo, él le acariciaba la roja cabellera y su musculosa espalda.
“Quiero que mames mi verga, métela en tu boca y pasa toda tu lengua por ella” le pedía el oficial, Luis quitó la ropa que restaba al policía, dejándolo totalmente desnudo, la verga de este era un poco más pequeña que la de él, podía medir unos 17 centímetros, delgada, sutilmente curvada hacia arriba, con el glande todavía cubierto por la piel del prepucio, sus testículos medianos, apretaditos; Luis la tomó con su mano descubriendo el glande, corriendo el prepucio hacia abajo, y como todo un experimentado amante comenzó a pasar su lengua por todo el contorno de la verga del oficial, nadie podría creer que era la primera vez que lo hacía, mucho menos el policía que disfruta cada movimiento de la boca y lengua de Luis.
“Ahora méteme toda tu verga, quiero que me penetres, que me perfores el culo con tu riel” decía el joven policía, extasiado por el placer que experimentaba. Se puso de cuatro patas en la litera, mostrando el rosado hoyito de su culo, que pedía a gritos la picha de Luis. El culo del oficial se veía tan delicioso, que Luis no pudo resistir la tentación de pasar su lengua por el, lamió todo el ano del oficial, penetrando con la punta de su lengua aquel agujero deseoso de ser perforado. Luego de quedar satisfecho por la mamada de culo que le dio al oficial, puso un poco de saliva en su verga, y con sus dedos llenó también de saliva el ano de su custodio penetrándolo con ellos, luego colocó la punta de su verga en el orificio, y con fuertes movimientos procedió a penetrar al policía.
“¡Ahhhh! ¡Siiiii! Así, bien fuerte… quiero sentir que entra toda… no tengas miedo… métela que yo aguanto… ¡ahhhh! Muévete… así… así… sácala y métela… ¡que rico! “Siento toda tu verga dentro mío” las palabras del policía provocaban que la excitación de Luis fuera total, como nunca antes Luis estaba viviendo lo que era el verdadero sexo, eso era lo que le hacía falta, el deleite y placer eran totales. El oficial apretaba el ojo de su culo aprisionando la verga de Luis; luego la sacó para darse vuelta quedando boca arriba, puso sus pies en los hombros de su amante, y Luis volvió a taladrar su culo.
Mientras lo penetraba, Luis acariciaba el pecho del policía, agarrando su dura verga, sobándola con gran pasión. “Quiero que me des un beso, necesito que me des un beso” decía el policía. Luego de pensarlo por unos momentos y dejándose arrastrar por el placer, Luis acercó sus labios a los del oficial besándolo una, otra y otra vez. Hasta los besos sabían diferente, se disfrutaban más, las lenguas se compenetraban en sus bocas, y un estremecimiento de deleite sexual viajaba desde la punta de sus lenguas a la de sus excitadas vergas.
“Ahora déjame sentarme en tu verga, quiero cabalgar sobre ti y que me llenes el culo con toda tu leche” parecía ser la última petición del oficial. Luis se acostó en la cama, mientras el policía se sentaba lentamente sobre su picha, tragándosela una vez más por completo, no fue necesario mucho movimiento, ya los dos estaban a punto de reventar, el oficial puso la mano de Luis en su verga, para que este terminara de hacer el trabajo, mientras él con su culo y movimientos sobaba la picha del pelirrojo para provocar que eyaculara dentro de él, algo que logró con unos cuantos quiebres de cadera.
La verga de Luis reventó dentro del culo del oficial, grandes cantidades de semen impulsadas por los fuertes golpes que Luis daba contra las nalgas del policía, iban inundando a este con su leche, a la vez que, por su parte, el oficial expulsaba con gran presión, torrentes de blanca y espesa leche, gracias a la rica fricción que daba Luis con la mano a su dura verga; todo el pecho del oficial estaba lleno de chorros de semen, igual que la mano de Luis, algo que parecía no molestarle, al contrario, inclusive la sensación de sentir el semen de otro hombre en su mano era excitante en ese momento.
Cuando terminaron, se miraron a los ojos, ninguno de los dos creía lo que había pasado, habían disfrutado de una noche de placer total, sin reservas ni complejos. En lo más profundo de sus corazones deseaban que aquella noche se volviera a repetir, ambos habían encontrado lo que andaban buscando, sin decir una sola palabra se vistieron, cuando el oficial se disponía a salir Luis lo llamó diciéndole: “Oye, me encantó estar contigo, yo no soy ningún delincuente, si tú quieres nos podemos ver otra vez”
El joven policía se devolvió, tomándolo por las mejillas llevó su boca a la de él, ambos amantes se fundieron en un beso que establecería una unión que duraría por mucho tiempo.

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