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lunes, 28 de febrero de 2011

HISTORIA: MI PRIMO Y SU AMIGO

Yo soy un muchacho de ciudad, 24 años, estudio por las noches en la universidad y durante el día y la tarde trabajo como oficinista en una empresa de servicios. Mi nombre Sebastián, de tamaño normal, blanco, cabello negro, delgado, de buen parecer, algo de vello sobre el cuerpo y el rostro sin llegar a exagerar. Me gusta practicar cualquier deporte para mantenerme ejercitado, y me encantan por sobre todas las cosas de hombres. A pesar de ese particular gusto, soy muy varonil y no he tenido muchas experiencias en mi vida. En la empresa donde laboro suelen darnos una semana de vacaciones a mediados de año que coincide con el descanso de la Universidad. Fue así como me decidí visitar a mis tíos que viven al norte del país, una zona rural de muchas fincas, pero cerca queda la playa y hay diversos ríos, por lo que sobra donde divertirse, además me podía broncear, algo que mi cuerpo agradecería ya que hacía mucho no lo hacía.
Llegué a las 11 de la mañana del lunes, cansado y sudoroso, el calor era insoportable, mis tíos me saludaron, se alegraron mucho de verme, me mostraron mi habitación que compartiría con Joaquín mi primo de 19 años, que no se encontraba ya que estaba trabajando en la finca de Mario, un vecino. Me bañé y puse más cómodo, almorcé y descansé un rato. Por la tarde a eso de las 4, llegó Joaquín cantando y jugando con un perro que lo seguía meneando la cola, entró besó a mi tía, se quitó el sombrero que llevaba y la camisa empapada en sudor, todavía no había notado que yo estaba allí.
Mis ojos se deleitaron con lo que estaban viendo, ya no era el primo chiquito que yo había conocido, sus hombros eran anchos y musculosos, sus bíceps parecían piedras, sus pechos bien formados y ni que decir de su abdomen, cada cuadrito en su lugar con un caminito de pelitos negros que iniciaban en su ombligo y se iban perdiendo hacia su bulto, tenía el cabello un poco largo y despeinado, y su cara era muy varonil y atractivo. Tía Lupe interrumpió mi visión con un regaño hacia Joaquín: “Muchacho mal educado, ¿qué? ¿No ves que aquí está tu primo Sebas?… salúdalo y ve a lavarte que te hace falta, pero no hay agua, tienes que ir a la quebrada… apresúrate, para que vengas a cenar con él”. Joaquín me volvió a ver, se disculpó, me dio un fuerte apretón de manos, reímos un rato y luego, me dijo que iba a ir a la quebrada a bañarse, para luego charlar de todo lo que había pasado durante estos años que no nos habíamos visto.
Durante ese tiempo ya yo estaba maquinando en mi mente como hacer para acompañarlo y poder disfrutar de ver su cuerpo desnudo en el agua, pero mi tía tenía otros planes y me pidió que le ayudara a pelar unas papas para la cena, lo hice lo más rápido posible y apenas terminé con mi labor, le dije a mi tía, que caminaría un rato para llegar con buen hambre a cenar. Yo más o menos recordaba donde quedaba la quebrada, solamente esperaba que mi primo no hubiera terminado de bañarse, habían muchos árboles y arbustos, de pronto escuché las risas de Joaquín y los ladridos de su perro, muy sigilosamente me acerqué asomándome de tal manera que él no se diera cuenta de mi presencia, solo esperaba que el perro no me delatara. Ahí estaba jugando con su perro, para suerte mía, ni siquiera había iniciado con su baño, y lo escuché decir: “Ya Sultán (su perro), no me atrases más, mami se va a enojar si no llego pronto, déjame bañarme tranquilo, luego seguimos jugando”, tal parecía que su perro le entendía, porque ahí mismo se echó, luego el perro escuchó un ruido se metió entre los árboles y no lo vi más.
Mi primo miró a su alrededor como cerciorándose que no había nadie cerca, se quitó su jeans, sus piernas hacían juego con su delicioso cuerpo, y su calzoncillo marcaba un gran y redondo trasero, se metió al agua, luego salió un poco para enjabonarse, el agua le llegaba a las rodillas, yo estaba escondido con mi riel en la mano sobándomela mientras espiaba a mi primo, de pronto Joaquín se quitó su ropa interior y quedó completamente desnudo delante de mis ojos, no podía creer lo que estaba viendo, era realmente un orgasmo solo el hecho de contemplarlo, su verga era de buen tamaño con su cabeza cubierta por la piel, sus huevos se veían pequeños y apetecibles, con un vello muy negro a todo alrededor de su miembro. Yo estaba a mil, mi picha destilaba gran cantidad de líquido, mis manos jugaban con la cabeza de mi verga esparciendo esa lubricación natural a todo su alrededor haciéndome sentir un placer total, mientras mi mente inventaba grandes fantasías con aquel buen espécimen de hombre que estaba contemplando.
Joaquín comenzó enjabonar su verga, sus nalgas, todo su cuerpo, tal parece que sus propias caricias lo estimularon, pues en unos pocos minutos ya su verga había cambiado de tamaño, estaba completamente erecto su pene era de muy buen tamaño, una vez más miró hacia todo su alrededor, y cuando confirmó que no había nadie cerca, comenzó a sobar su picha, cerraba sus ojos y acariciaba su pecho, pude ver como se mordía de medio lado su labio inferior, estaba disfrutando cada momento, de pronto aumentó la velocidad en su mano, tal parecía que estaba a punto de regarse, mientras tanto yo hacía lo mismo, Joaquín dejó salir un gemido y blancos chorros de leche caían en el agua, él tomaba sus huevos con una mano, mientras con la otra le daba grandes sacudidas a su picha, para que saliera toda la leche que había dentro de él. Inmediatamente yo me regué pringando unas hojas secas que había en el suelo.
Mi primo terminó su baño, se puso un pantalón corto que había llevado y así, sin secarse procedió a dirigirse a su casa una vez más. Dio unos silbidos y de la maleza apareció saltando Sultán, y se alejaron sin notar mi presencia. Cuando llegué a la casa a cenar, ya Joaquín estaba bien vestidito charlando amenamente con su madre y me dijo: “apúrate primo, que mi madre no me quiere servir hasta que tú te sientes, y yo estoy que muero del hambre”, se echó una fuerte carcajada, y me dio un abrazo. En realidad lo notaba más cariñoso y simpático que antes.
En la noche nos tiramos los dos en una hamaca que colgaba de unos árboles, y charlamos largo rato, recordando anécdotas y contemplando la hermosa noche, luego nos fuimos a dormir. “Sebas”… me dijo, “me alegro mucho que estés aquí, quiero presentarte con mi amigo Mario… ¿quieres acompañarme mañana a su finca?”. “Por supuesto”, le contesté, “pues tenemos que levantarnos temprano, sé que le vas a agradar, y él te va a agradar a ti… ya verás…”, luego me dio un abrazo de buenas noches, él se durmió, yo me quedé pensando un rato antes de dormir sobre los cambios tanto físicos como de actitud que mi primo había tenido en estos años. El canto de los gallos nos despertó, con la ayuda claro de la tía Lupe, que también pegó sus buenos gritos. Solamente nos lavamos un poco la cara y cepillamos los dientes, luego desayunamos, recogimos el almuerzo que preparó la tía para ambos, le dimos un beso y nos despedimos.
Joaquín era todavía un niño con cuerpo de hombre, durante todo el camino fue haciendo bromas, me empujaba, saltaba sobre mí, me despeinaba, así fue hasta que llegamos a la finca de Mario, él entró muy alegre, gritando: “Mario, Mario, ven que quiero presentarte a alguien”. De la puerta de la casa salió un hombre rubio, de unos 40 años, sin camisa, con el botón de su jeans abierto. Era muy atractivo y de buen cuerpo, alto y velludo; se notó su alegría al ver a Joaquín, los dos se dieron un fuerte abrazo, como si tuvieran tiempo de no verse, luego mi primo me presentó: “él es Sebastián, Sebas… mi primo de la capital”; “Mucho gusto” me dijo, mientras sonreía y me daba un apretón de manos.
“Pues vamos a hacer el trabajo pronto para tener tiempo de ir a algún lugar para que conozcas Sebas, ¿te gustaría?”; “claro” respondí, y nos pusimos a trabajar. En varias ocasiones pude ver como Mario y Joaquín conversaban animadamente y se daban abrazos esporádicos. Mario era un viudo sin hijos, me contó la noche anterior Joaquín, solamente se dedicaba a cuidar y velar por su finca, ahí tenía todo lo que necesitaba. Joaquín tenía poco más de un año de estar trabajando para él, pero más que un patrón lo consideraba un amigo, según me dijo.
Ya para el medio día habíamos terminado con nuestras tareas, almorzamos lo que la tía nos había dado, y Mario se nos unió con algunos alimentos que él mismo había preparado. “¡Bueno! Pues es hora de irnos” dijo Mario, “prepara tres caballos Joaquín, para salir a montar un rato”. Mi primo obedeció en el acto. Montamos como por hora y media, el paisaje era precioso, pero la verdad ya me dolía el trasero pues no estaba acostumbrado. Lo que me mantenía con mucho ánimo era ver a Mario y a mi primo sin camisa montando aquellas bestias solamente con jeans y botas; el sudor bajar por sus musculosos torsos y brillar con la luz del sol era el aliciente necesario para mantener casi una erección permanente.
“Llegamos” dijo Mario, “dejemos aquí los caballos”; y así fue, nos metimos por un trillo y llegamos a un precioso río, cristalino y manso. “Aquí podemos refrescarnos” me dijo mi primo. Mario se quitó las botas, y se metió con todo y pantalones al agua, Joaquín hizo lo mismo, pero en ropa interior; “¡Qué Sebas, no te vas a meter al agua!” dijeron los dos en coro; me quité mis tenis y pantalones, me daba un poco de pena, ya que se repintaba en el bóxer blanco la silueta de mi riel que estaba un tanto erecto, pero me tapé un poco con las manos y me zambullí.
Así estuvimos bañándonos y charlando por un rato, por momentos yo notaba algunas cosas extrañas, Mario y Joaquín se acariciaban discretamente bajo el agua y el trato entre ellos era muy especial. Salí del agua y me acosté en una gran piedra para tomar el sol; en realidad quería dejarlos solos para espiar que actitud tomarían. Mario se incorporó en el agua y se quitó sus pantalones quedando totalmente desnudo, yo dije. “seguro piensa que estoy dormido” así que apenas abría mis ojos para no perderme tal espectáculo. Luego mi primo lanzó su ropa interior a la orilla y también quedó como vino al mundo, yo estaba completamente excitado, de repente escuché a mi primo llamarme: “Sebas, Sebas, ven a bañarte con nosotros”, no lo podía creer, estaban desnudos y me estaban invitando a que hiciera lo mismo, notarían a primera vista mi erección, me senté en la piedra y pude ver, ahora sí completamente como los dos estaban con sus vergas totalmente duras.
Lo tomé de la forma más natural, me quité mi bóxer y así con mi picha a todo su esplendor fui al agua, Joaquín me abrazó y me dijo: “primo, yo me di cuenta cuando me espiabas ayer en la quebrada, y como te masturbaste mientras yo hacía lo mismo” no sabía que decir, me quedé callado, sin reacción; en ese momento sentí como Mario tomaba mi riel en sus manos, el sentir esas manos de hombre tomar mi picha hacía que me lubricara abundantemente, y más cuando comenzó a mamar mi verga, la introducía toda en su boca acariciando con su lengua la cabeza de mi picha, con movimientos lentos Joaquín fue poniendo su boca en la mía, introduciendo su lengua sin ninguna pena, besándome apasionadamente, mordiendo mis labios, agarrando mis nalgas con una mano, y acariciando el cabello de Mario con la otra.
No lo podía creer, yo, en ese río, con aquellos dos hermosos ejemplares masculinos, salimos del agua y nos tiramos en el pasto; tomé la verga de Mario, era inmensa, gruesa, le colgaban sus grandes huevos, rodeados por esos preciosos pelos de color oro, como pude la metí en mi boca, bueno, por lo menos lo que podía ya que era muy grande y gruesa; la succionaba con fuerza, mientras Joaquín se divertía con mi culo chupándolo, abría con sus manos mi agujero y metía la punta de su lengua, me lamía mi hoyito con gran pasión. Mario lo llamó porque quería mamar la picha de Joaquín, este se puso de pie, y mientras yo continuaba mamando a Mario, este tomó la verga de mi primo, y la introdujo toda en su boca, chupaba sus huevos y verga, con sus manos abrió las piernas de Joaquín, se echó un poco de saliva en su dedo y comenzó a meterle el dedo en el culo, mientras continuaba mamándolo, mi primo se retorcía y gemía del placer.
Me di cuenta que Mario era quien daba las órdenes, nosotros solo obedecíamos. Me tomó de la cara y me dio un fuerte beso y dijo “quiero que se la metas a tu primo”, ya para ese momento, Joaquín estaba de cuatro patas, abriendo su culo para darle la bienvenida a mi picha. Chupé un poco el culo de Joaquín, se lo llené de saliva, puse la cabeza de mi pene en su hoyito y empujé con fuerza, el gemido de Joaquín me invitó a que continuara con mi penetración y se la introduje toda hasta la raíz, podía sentir como mi primo cerraba su culo apretando mi picha con fuerza; “muévete” me dijo Mario “quiero ver cómo te coges a mi Joaquín”, mientras se frotaba su riel. Yo obedecía, me movía, sacaba y metía mi verga, Joaquín disfrutaba centímetro a centímetro mi picha: “que rico primo, sigue, sigue, me encanta sentirte dentro de mí, no pares… ¡ahhhh!”.
Pude sentir como Mario se ponía detrás de mí acariciando mi pecho y besándome la nuca y el cuello, y dijo: “quieres sentir mi verga mientras te coges a tu primo”, me quedé quieto, siempre con mi picha dentro de Joaquín, Mario puso su gran verga llena de saliva en mi culo y comenzó a meterla, ¡ayayay! Como dolía era demasiado gruesa, y de un solo la metió toda, sin ninguna contemplación, yo sentí que me moría del dolor, “tranquilo, tranquilo, sigue moviéndote, sigue cogiéndote a Joaquín”, como pude retomé el ritmo y el placer volvió, era la primera vez que me cogían mientras yo cogía. Mario se movía con fuerza, podía sentir sus huevos golpear mis nalgas, a la vez que los míos golpeaban las nalgas de Joaquín.
Luego Mario sacó su gran riel de mi culo y me indicó que me acostara boca arriba, lo hice, aunque en realidad moría de ganas de llenar el hoyito de mi primo con mi leche. Mario puso a Joaquín a chuparle el culo por un rato, luego aquel hermoso rubio cuarentón se sentó de un solo golpe sobre mi verga que ya estaba por reventar. Se la metió toda, no dejó nada, absolutamente nada afuera, y comenzó a moverse como si estuviera jineteando su caballo, Joaquín se puso frente a él y le introdujo su pene en la boca, mientras yo le metía mis dedos en su culo que estaba bien abierto de la cogida que le había pegado.
Yo ya no podía más, estaba a punto de regarme, Mario dijo: “debemos venirnos los tres al mismo tiempo” mientras jadeaba del placer que sentía con mi picha dentro de él. “Estoy a punto” dije yo acelerando la respiración, Mario dio su orden: “ya… ¡ahhhh! Lléname el culo de leche…”, inmediatamente de mi verga salió a gran presión todo el semen que tenía acumulado deseoso de salir, Mario abría y cerraba con gran fuerza el anillo de su culo, mientras de su gruesa picha salían uno, dos, tres… cuatro chorros de leche que iban mojando mi pecho, los gemidos de Mario se confundían con los de Joaquín, quien se estaba masturbando mientras un dedo de Mario y otro mío le penetramos su culo, fue quien más se regó de los tres, estaba de pie y su leche cayó en la boca de Mario, en mi pecho y finalizó en mi boca, introduciéndome su rico pene, lo que me permitió probar su leche hasta la última gota.
Al terminar nos dimos varios besos, con la promesa claro, de que repetiríamos la experiencia cada día de mi estadía en la casa de mi tía, luego nos bañamos y regresamos...

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