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lunes, 14 de febrero de 2011

HISTORIA: MI TIO

Yo era joven en ese entonces, había terminado la secundaria y no sabía que haría con mi vida, o para ser sincero, sabía que no quería hacer nada, ya estaba cansado de tanto estudiar.
Mi hermano hacía poco que se había ido de casa por la universidad, yo vivía con mi padre entonces, él y mi madre se habían divorciado hacía como 5 años, mi padre era un hombre relativamente joven (40 años) que vivía para trabajar, por eso al ver que mis días transcurrían sin más actividad que estar en la cama mirando la tele, decidió que tenía que hacer algo por mí. Fue ahí cuando se le ocurrió llamar a su hermano (mi tío), hasta ese entonces, yo ni siquiera sabía que tenía un tío, entonces mi padre me explicó que hacía muchos años que no se hablaban, pero que mi situación le preocupaba, y que por eso lo había llamado.
La idea era la siguiente, yo me iría con mi tío, un hombre de campo, a ayudarlo con las tareas rurales. Me quería morir, ¿Yo, en el campo? ¿Con un persona que ni siquiera conocía?, lo se, era mi tío, pero no nos habíamos visto nunca, y recién me enteraba de su existencia. Dos días pasaron y llegó el bendito día en que me tenía que ir, ya tenía mi bolso hecho, y realmente no tenía otra opción que irme al campo, aunque no quisiera. Estaba en mi cuarto, y por la ventana pude ver que se estacionaba una camioneta toda destartalada en la entrada de la casa, momentos después tocaron el timbre, y no tuve dudas de que sería mi tío.
Agarré mi bolso y bajé, pude ver que la puerta de entrada estaba entreabierta, y vi a mi padre hablando con mi tío, él era más bajo que mi padre, y por lo que pude ver mucho más mayor, tenía puesta ropa de trabajo y se lo veía sucio, recuerdo que me dio asco, y quería morirme en ese instante. Mi tío se quedó en la entrada, y mi padre entró a la casa a mi encuentro, me dijo “ya está todo listo, te vas con tu tío”, yo ni siquiera le contesté y salí enojado de la casa. Me paré al lado de mi tío con mi bolso y dije “Soy Oscar” el hombre ni siquiera me miró a la cara y me hizo señas de que saliéramos.
Lo seguí, y subimos a esa camioneta destartalada, yo no podía cerrar bien mi puerta, así que mi tío pasó su cuerpo sobre mi para cerrarla, el olía muy mal, muy pero muy mal, olía a sucio, cuando ya íbamos en marcha, lo miré de reojo dos veces, él no emitía sonido, miré sus manos sobre el volante, sus dedos eran gruesos, de uñas medio amarillentas, cortas, pero aun así sucias, tenía un bigote tupido, que le cubría todo el labio de arriba, y casi también el labio de abajo, tenía pelo canoso, parecía cortado a cuchillo, no se, su piel se veía grasienta, tenía una panza grande que su camisa apenas podía contener, parecía que los botones estallarían en cualquier momento.
Él no emitía sonido, yo ni siquiera sabía si él podía hablar, y entre el silencio y el aburrimiento, me quedé dormido. Me desperté solo, y cuando miré por la ventanilla, era de noche cerrada, ni una sola luz se veía y todavía no habíamos llegado a donde demonios era que íbamos, miré mi reloj, habíamos viajado por siete horas más o menos. Él dobló en un camino, iba despacio, y finalmente, por las pobres luces de la camioneta, pude ver una especie de choza cuando él frenó.
Se bajó, yo hice lo mismo, y vi como él iba hacia la choza, así que lo seguí. Cuando entré, él ya había prendido una especie de farol que estaba apoyado en una mesa de madera pequeña, como para dos personas, era la mesa, el farol me confirmó que no había electricidad, él estaba parado a un costado, dándome la espalda, finalmente dijo “Soy Armando”.
No podía creerlo, el primer sonido después de tantas horas, apoyé mi bolso a mi lado, y recorrí la choza con mis ojos, pude ver en un costado una cocina humilde, la mesa donde estaba el farol estaba en el centro de la choza, y al otro costado pude ver una cama grande, no mucho, pero que con esfuerzo entraban dos, no había divisiones, así que todo estaba a la vista, no había señales de un baño. Yo estaba inmóvil, parado ahí, sin saber que hacer.
“Puede dejar su ropa ahí, mi’jo” y me señaló una silla vacía que había en un costado de la cama, él nunca me miraba, supuse que era tímido, no se. Tomé mi bolso y lo apoyé sobre la silla vacía, vi que del otro lado de la cama, había otra silla, con algunas ropas encima, era claro que era ropa de campo, y era claro que su placard eran las sillas. Cuando estuve cerca de la silla, pude ver que la pared de la choza era de piedra, no tengo idea de que material era el techo, supongo que de chapa.
Yo me sentía muy cansado, ese día había sido demasiado largo para mi, y no sabía donde iba a dormir, “tío, ¿yo donde duermo?” le pregunté, él me señaló la única cama que había en la choza, no dudé un segundo y me acosté así como estaba, me sentía muy cansado para cambiarme.
Me dormí enseguida, lo se, no se cuanto habrá pasado, pero me desperté porque sentí que la cama se movía, era mi tío, acostándose, la idea de compartir la cama con él me dio asco, pero era casi obvio que eso pasaría ya que era la única cama que había. Me puse de costado, dándole la espalda, y me corrí todo lo que pude hasta el borde de la cama, la cual tenía un colchón tan, pero tan duro que no se podía creer.
Solo unas horas después, sentí que alguien me sacudía del hombro, cuando me desperté, me di cuenta que era mi tío, lo miré entre dormido y dijo “Hay que ordeñar mi’jo”, miré mi reloj, ¡eran las 4am!, no lo podía creer, no había dormido casi nada, pero me levanté, no se de donde cuernos saqué la fuerza, y recuerdo haber puteado a mi padre mentalmente por largo rato.
Mi tío me mostró “el arte de ordeñar” y yo entre bostezos y bostezos, logré ordeñar mi primera vaca, al principio me daba cosa, pero después lo terminé haciendo. Ordeñamos las únicas 3 vacas que tenía, yo ordeñé 1, y el las otras 2.
Cuando terminamos con eso, me mostró como alimentar a las gallinas y a los caballos, y a la tarde me mostró como se pastoreaba a las ovejas, durante todas esas actividades, el apenas habló. Y descubrí que si querías mear o cagar, lo hacía alejado de la choza, en unos pastos de por ahí.
Comíamos una sola vez por día, y verduras hervidas, que me hacía limpiar, pelar y hervir a mí. Tenía la sensación que lo hacía todo yo, hasta limpiar un poco la choza, pero no me quejaba, no tenía otra opción. Así pasaron 3 días, cada vez que llegaba a esa cama dura, me dormía rendido, caía como plomo, siempre con mi tío al lado, parecía que él nunca se bañaba, yo pude hacerlo en un lago que había cerca de la choza, sin jabón, obvio, pero al menos algo es algo.
Era el cuarto día, no se que hora sería, mi reloj se había roto, pero por la ventana de la choza ya se veía oscuro, estábamos terminando de cenar esas verduras hervidas, que no tenían gusto a nada, ya que ni sal había, levanté mi plato y el de él y los apoyé sobre la cocina. Agarré un trapo y empecé a limpiar la mesa, mi tío todavía estaba sentado a la mesa cuando comencé a limpiar su parte, él se paró corriendo su silla, yo creía que para darme espacio de limpiar bien, en unos segundos sentí que mi tío estaba parado detrás mío, demasiado cerca para mi gusto. Yo me quedé inmóvil, con mi mano todavía con el trapo sobre la mesa.
Él avanzó un poco más, y pude sentir lo que sería su panza sobre mi trasero, me empujó de manera brusca, para que mi cuerpo cayera sobre la mesa, yo estaba paralizado, no sabía que hacer. Sentí que él me tironeaba los pantalones hacia abajo, y de un solo tirón los tenía por la rodilla, arrancó de un manotazo mi calzoncillo, como si estuviera pelando una verdura. En esa posición no podía ver nada, y no se que me pasaba, pero no podía mover ni un músculo, no se si era miedo o que, escuché como si escupiera, y acto seguido sentí su mano en mi ano, me hizo temblar.
Sentí que algo me perforaba de una manera brutal, así, de una, que mi ano estallaba en dolor y que me quemaba y ardía, podía sentir como él empujaba como un animal, y que la mesa se movía en cada empujón, él comenzó a hacer sonidos guturales, y yo lo único que podía pedir que eso pronto terminara, pero él seguía metiendo y sacando sin misericordia, en un momento no pude más y comencé a decir “ayyy” cada vez que él empujaba, “Cállese, mi’jo, aguante” me dijo, al mismo tiempo que pasó su mano por mi boca y presionó, parecía que esto nunca terminaría, hasta que en un último empujón dejó caer todo su cuerpo sobre mí, y sentí que mi culo era bañado por dentro como con un líquido caliente, supe que había acabado dentro de mi. Me soltó la boca, se corrió de la mesa, y salió fuera de la choza.
Yo quedé así, sobre la mesa, todavía sin poder creer lo que había pasado, con el culo al aire y ardiéndome todo, con el olor de mi tío por todo el cuerpo, hasta ese momento yo nunca había cogido con nadie, yo, con mis 18 años, solo había besado a un par de chicas, me pasé una mano por el culo, y cuando la miré, vi un poco de sangre y semen, me limpié el culo con el maldito trapo que había estado limpiando la mesa, me levanté el pantalón como pude, me dolía todo. Vi el calzoncillo roto, lo levante y junto con el trapo sucio de un poco de sangre y semen tiré todo en un tacho que teníamos para la basura.
Caminé despacio hacia la cama y me acosté muy despacio, el culo me dolía a morir, y me quedé dormido. Me desperté solo, y vi que mi tío no estaba en la choza, me senté en la cama, y noté que ya no me dolía el culo, pero me sentía el olor a mi tío por todos lados. Salí de la choza, y no había señales de mi tío, fui hasta el lago y me bañé, mientras lo hacía, comencé a recordar como me había desvirgado mi tío y se me paró la pija de manera bestial, me hice una paja, y cuando acabé salí del agua.
No vi a mi tío en todo ese día, hasta que en la noche, mientras servía la cena, él apareció, se sentó en su lugar y no dijo nada, solo comía, sin siquiera mirarme. Terminamos de comer, levanté los platos, agarré un trapo de por ahí, y comencé a limpiar la mesa de mi lado, mientras que mi tío no se movía de su silla, me fui acercando lentamente hacia su lugar, como lo había hecho el día anterior, a diferencia que esta vez mi tío no se paró ni movió su silla. Sin dejar de limpiar la mesa, y sin mirarlo, fui acercando mi trasero cada vez más hacia él, sentí como lentamente se levantó y corrió despacio su silla.
Me acomodé justo delante de él, ahora era yo el que esperaba con ansias ser cogido por mi tío, que me enterrara ese misil que tenía entre las piernas. Yo tenía puesto un pantalón de gimnasia, de cintura elastizada, así que cuando mi tío me tironeó de los pantalones para abajo llegaron hasta los tobillos sin problema, esta vez no me había puesto calzoncillos, así que quedé culo al aire ahí nomás. Pude sentir que rápidamente sacó su pija de su pantalón, volvió a escupir su mano y me la pasó por el culo, para segundos después clavármela hasta el fondo.
Me gustaba así, a lo bruto, sentir como empujaba, como metía y sacaba con una fuerza bestial, como temblaba la mesita debajo nuestro, quería que todo fuera como la noche anterior, exacto, así que empecé a decir “ayyy” para ver si me tapaba la boca, y así lo hizo, cuando me tapaba la boca sus penetraciones eran aun más profundas, y yo podía ahogar mis gemidos de placer en su mano sucia, y me calentaba aun más escuchar los sonidos guturales, casi animales que él emitía con cada empujón, me sentía en la gloria, porque ya el dolor y el placer iban de la mano, así que me entregué totalmente, él seguía metiendo y sacando de una forma descomunal, yo sentía que mi culo se rompería en 10.000 pedazos, pero no me importaba, quería más y más, hasta que él se dejó caer sobre mi, dándome toda su leche calentita por el culo.
Se apartó de la mesa rápido, pero esta vez no se fue, me dio la espalda, como para darme tiempo de subirme el pantalón. Yo me sentía en la gloria, me latía el culo, pero me sentía en la gloria, y me acomodé rápido el pantalón.
Mi tío caminó hasta la cama, y de abajo de ella sacó una valija muy vieja, la abrió, y sacó lo que me parecía dos vestidos. Me explicó con pocas palabras que era viudo hace muchos años, y que lo que había pasado entre nosotros era porque extrañaba estar con alguien desde que su mujer había muerto. Me pidió que durante las noches usara uno de los vestidos (que no era un vestido, era un camisón) y que no me pusiera nada abajo. Y que de día usara el otro vestido, sin nada abajo tampoco. Yo enseguida dije que si, esos vestidos eran de su esposa muerta, pero no me importó, me di cuenta que él quería que yo tomara en lugar de su mujer, y yo iba a hacerlo, con todo gusto. Ese viejo, que me había parecido tan asqueroso, ahora me calentaba a mil.
El salió de la choza un momento, y yo aproveché para sacarme la remera y el pantalón. Me puse el camisón, que era largo y anchísimo, o su esposa era una gorda tremenda, o le gustaba usar ropa grande. Me acosté de costado en nuestra cama y me tapé. Cuando mi tío entró de nuevo en la choza, me hice el que dormía. Caminó despacio hasta el borde de su parte de cama, se sentó, me destapó un poco, y obviamente yo tenía puesto el camisón, que parecía de un rosa súper gastado, casi blanco. Sentí cuando se acostó y apagó el farol que tenía al lado, quedando la choza en una oscuridad profunda. Acomodó la humilde sábana para que ambos estuviéramos tapados. En algún punto, me quedé dormido de verdad.
No se cuanto habrá pasado, me desperté porque sentí que mi camisón se movía, era mi tío, levantándomelo por debajo de las sábanas, ahora entendía porque tan ancho el camisón, era más fácil de quedar con el culo al aire de esa forma. No pasó mucho tiempo hasta que sentí que mi culo ya estaba al aire y listo para ser aniquilado por el misil que mi tío tenía entre las piernas, me calentaba mucho saber que todo esto pasaba por debajo de las sábanas. Yo todavía seguía de costado, y pretendía estar dormido.
Sentí una de sus manos en mi hombro que me empujaba y me hacía poner boca abajo, obviamente no me resistí, y en unos pocos segundos estaba en la posición que él quería. Sentí que la cama se movía y enseguida mi tío estaba sobre mi, le costó encontrar mi ano, así que como pude paré un poco el culo y enseguida sentí su misil atravesándome de una, me encantaba sentir que me clavaba toda su pija de una, empezó a empujar, el mete saca, dije mi famoso “ayyyyy” y automáticamente él me tapó la boca, siguió metiendo y sacando con todas sus fuerzas, y pensé que no podría aguantar el peso de su cuerpo, pero era tal mi excitación y goce que me olvidé de eso, me ponía a mil saber que me estaba taladrando debajo de la sábana, de esa manera, de forma bestial, su respiración me quemaba el cuello.
Empezó a clavarme su pija tan profundamente que sentía que me metía los huevos también, me la dejaba clavada un poco, aflojaba y la sacaba hasta la mitad, así lo hizo como unas 6 veces, y esto me volvió aun más loco, con mis gemidos ahogados en su mano, con su respiración caliente y sus sonidos guturales en mi cuello, y acabó dentro de mi, clavándome de una manera que pensé que romperíamos el colchón duro.
Se bajó de mí, me bajó el camisón, y me puso de costado. Él se acomodó en su parte de cama y se durmió. Metí mi mano por debajo de mi camisón y me toqué la pija, estaba lleno de semen, mi tío me había hecho acabar sin siquiera tocarme la pija, y yo tampoco me la había tocado. El hombre, en su brutalidad, era un excelente amante.
De día usaba el vestido, de falda larga que me llegaba hasta por un poquito arriba de los tobillos, era ancho, y obviamente sin nada abajo, me fascinaba usar ese vestido, porque él venía, me levantaba el vestido y me ensartaba de manera descomunal, sin importar lo que yo estuviera haciendo, ya sea alimentando a las gallinas, limpiando el establo, haciendo la cama o cocinando, ¡un día me cogió cuatro veces! Y en las noches, obviamente usaba mi camisón, era increíble de noche, como me cogía por debajo de las sábanas, ¡como me calentaba!

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