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lunes, 26 de septiembre de 2011

HISTORIAS: "CON UN NEGRO"

De adolescente apenas, supe de los consoladores, me desviví por gozar de uno. Cuando reuní dinero me compré uno excelente, de más está decirles que me di con todo y adoré el placer anal que las abundantes fibras nerviosas del recto me brindaban. Nunca me animé a probar uno real, es decir una verga. La razón, en parte, timidez y en gran parte, el convencionalismo reinante de repudio a la homosexualidad.
Si bien me casé, pues no pude vencer la corriente social imperante, siempre me he dado con el aparato. Admiré al hombre en silencio. Puede decirse que fui un reprimido. Pero en el mundo todo llega, lo bueno y lo malo.
La oportunidad asomó a mi vida. Se me dio que en el hotel en que me alojó la empresa para la convención anual, mi compañero de cuarto fue un moreno, oriental (ROU) él. Tremendo negro de metro noventa y más de ochenta kilos.
Al salir de la ducha secándose con total desparpajo, como cuadra a cualquier heterosexual, le vi una pija del tamaño de mi amado consolador. En reposo sus 16cm., evidenciaban que en erección serían al menos 20cm. Yo estaba aguardando turno para entrar a la ducha, al menos, en bolas ya, noté que me miró ostensiblemente, con lo que evalué que yo no le era indiferente. Me malicié que dados mis escasos 12cm. en reposo, lo que Simón atendía era a mi trasero. Que para más abundamiento luce precioso, sin vello alguno. Tengo unas nalgas dignas de desear, al menos por alguien de buen gusto. Èl quedó frente al lavamanos, iniciando su afeitada, yo dejé la cortina de la ducha a medio cerrar con lo que Simón podía verme claramente a pesar del vapor de agua.
- Me afeito por la noche para gozar de unos minutos más de sueño por la mañana. ¿Vos te rasuras ahora, Tito?.
Me volví para responderle cuando miré nuevamente el monstruo que nacía entre sus piernas y que sostenían sus ochenta kilos de carne fuerte y musculosa. Mi erección comenzó, Simón no la veía, estaba de espaldas a él. Si vi que en lugar de mirarme a los ojos, el admiraba mi trasero. Me agradó que la vista de mis nalgas le produjera una incipiente erección.
Seguí enjabonándome las nalgas, agachándome para que pudiera notar mi hoyo ya bien dilatado por años de consolador.
- Ya salgo y lo haré ahora, así mañana le podemos dar más al ojo en la almohada.
- Hablando de ojo, qué buen culo tenés Tito, se te abre como un ojo. Viste algo? le pregunte y se rió. Ya me estás haciendo parar la pija.
Acompañé en las risas a Simón, en tanto salía de la ducha, nos miramos lascivamente pero mi indecisión impidió que la pasión nos dominara.
- Haceme sitio si podés, le dije, nuestros cuerpos se rozaban, el contraste que reflejaba el espejo era de marfil y ébano, dos hermosos machos con las pijas alegres, es chico para dos este cuarto de baño continué diciendo.
Se corrió unos centímetros, estaba esparciéndose la colonia en el rostro, yo me coloqué la crema de afeitar, el se sentó en el WC y quedó mi culo desnudo ante sus ojos.
- Si querés estar cómodo Tito, sentate que en mis piernas, mi pija no muerde. Dicho esto, siempre en joda, bromeando, me senté sobre la punta de su mástil pero levantándome de inmediato.
- Ay, ay, ay, si me siento me cogés, desgraciado. Mejor dejame afeitar, no sea que sangre.
- El culo te va a sangrar si te meto mi verga, Tito. Mejor me voy a la cama, afeitate tranquilo. El ambiente estaba caldeado, pero mis reparos impidieron la consumación del coito anal que me ofrecía la dura verga de Simón. Me afeité y coloqué la colonia, saliendo ya en bolas del cuarto. Simón aún estaba desnudo y con la pija dura, viendo TV, mi erección también continuaba.
- Seguís al palo Tito, si no nos pajeamos nos dolerán los huevos.
- La tuya está pronta por lo que veo, Simón.
- Apagá la luz Tito, tirate a mi lado y nos pajeamos juntos, ¿querés?.
Apagué la luz, a tientas sólo con la iluminación de la pantalla de la TV, me puse junto a él y como al pasar, le tanteé la verga, él no quitó mi mano de ella.
- Dale seguí pajeándome, yo enseguida te la chupo, pero haceme un rato la paja, verás como crece, Tito.
Al rato de masajearle su pija, Simón se colocó de modo que nos trenzamos en mi primer 69, me comí sus mas de 20cm., y él me comenzó a lamer el culo.
- Me gustas, tenés el culo listo, ya lo dejé bien húmedo y lleno de saliva, me pongo el forro y te enculo, dale Tito, te aseguro que te entra fácil.
- Sé que me entrará, sólo que nunca me metieron pija, lo deseo adentro, pero me da un no sé qué.
- No tengas reparos, somos casados y no habrá ninguna infidencia. Tanto vos como yo olvidaremos lo que ocurrió. Me coloqué de panza sobre la cama, el me puso una almohada debajo de la pelvis, me dio un lame culo intenso, sentí su lengua en mi ano, luego noté que me montó, abrió con una mano mi hoyo y con la otra ayudó la penetración de su pene en mi culo.
El sonido de la TV ahogó nuestros gemidos de placer y el moreno me dio pija. Lo que les puedo decir, es que el consolador es nada comparado con el placer del moreno montado sobre mí, bombeándome.
Me colocó de espaldas sobre el lecho y me dio parejito, sin prisa, mi verga se vino tiesa, largué la leche, el sacó su monstruo de mi ano, se quitó el forro y acabo sobre mí.
Las leches se mezclaron y luego, extenuados, nos dormimos. Como a la media hora fui al baño, me estaba duchando cuando él entró a la lluvia y me cogió de nuevo.
Sin más palabras, nos acostamos nuevamente.
A la mañana siguiente, nos levantamos por el despertador, nos vestimos y fuimos al auditorio. Una vez terminada la conferencia, almorzamos con el grupo y a la tarde nos despedimos con un apretón de manos.

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